Colin abandona Dublín tras aceptar una suculenta oferta de trabajo en Madrid con la intención de empezar una nueva vida lejos de la persona que le recuerda constantemente la situación más traumática de su existencia.
Atrás deja a su familia, los recuerdos y una relación no resuelta con Sakis, el hombre al que le debe el haber sobrevivido a la espiral de destrucción por la que se dejaba arrastrar hasta que lo conoció.
Su primera impresión de Madrid no puede ser peor: llueve y, para colmo, el taxista le estafa. Aunque aún le espera algo mucho más desagradable: su casero es un tipo estirado que lo mira con desprecio, juzgándolo por su aspecto.
Sin embargo, no tardarán en darse cuenta de que el desdén que se muestran es, en realidad, el comienzo de algo que ninguno de los dos quiere.
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